Recuerdo la primera vez que un chico me hizo un mixtape (bueno, técnicamente un CD recopilatorio, pero la idea es la misma). No fue algo romántico—los hizo para todo nuestro grupo de amigos. El mío presentaba una combinación ecléctica (y ahora vergonzosa) de piezas de la banda sonora de Morrowind, openings de Naruto, Queen, inexplicablemente Kansas, y... esta canción en particular. Era esta colisión extraña pero perfecta entre la cultura nerd y canciones pegadizas, sin un tema cohesionado.
Esa experiencia me hizo apreciar lo que hace que un mixtape sea realmente genial—uno que evoca emociones profundas y despierta la imaginación. Aunque ahora yo mismo creo listas de reproducción en Spotify, hay algo insustituible en sostener una colección física de canciones que alguien seleccionó, ordenó y elaboró personalmente para una persona, momento o recuerdo específico.
Ahora imagina ese concepto convertido en un videojuego. Eso es exactamente lo que el desarrollador Happy Volcano creó con su juego acertadamente titulado Mixtape, al que eché un vistazo en Play Days la semana pasada. La narrativa sigue a tres adolescentes—Rockford, Slater y Cassandra—desde la perspectiva de Rockford mientras crean un último mixtape de verano. Esta cápsula del tiempo musical captura su última noche juntos antes de que Rockford arriesgue todo por un sueño ambicioso (y por esencia adolescente) al mudarse a Nueva York.
El juego enmarca elegantemente cada viñeta de su noche de despedida con temas cuidadosamente seleccionados de la pretenciosamente perfecta lista de reproducción de Rockford—aunque ocasionalmente interrumpidos por canciones no planeadas o flashbacks. Mixtape destila a la perfección esa nostalgia agridulce por los veranos juveniles y las amistades al borde del cambio.
Una Cápsula del Tiempo Sónica
Mira, Rockford puede ser un pedante musical insufrible, pero su mixtape es simplemente increíble. La vista previa comenzó con "That's Good" de Devo, luego pasó por Jesus and Mary Chain, Alice Coltrane y otros artistas definitorios de la época—aunque no revelaré la lista completa, porque descubrir la resonancia emocional de cada canción es parte de la magia.
Lo que más me impresiona es cómo Mixtape evita apoyarse en referencias vacías de la cultura pop que plagan tantos juegos nostálgicos. Toda la atmósfera melancólica viene a través de la música misma, respaldada por detalles ambientales reflexivos—la luz de la hora dorada, la decoración del dormitorio de Rockford y el diálogo maravillosamente vergonzoso de los adolescentes se fusionan en una sensación tangible de tiempo y lugar.
Capturas de Pantalla de Mixtape
El Desierto Adolescente
Los personajes son auténticamente, y de la mejor manera, hilarantemente insoportables. Aunque con personalidades distintas, Rockford, Slater y Cassandra encarnan perfectamente ese solipsismo de finales de la adolescencia donde cada crisis personal parece el fin del mundo. A mis 34 años, su exagerada autoimportancia me resultó deliciosamente nostálgica. No puedo esperar para pasar una noche entera con este trío en el juego terminado, con todos sus molestos peculiaridades incluídas.
¿Mi única crítica? La jugabilidad en la vista previa era mínima. Hay algo de skate ligero y conducción de carritos de compra—más enfocado en la atmósfera que en el desafío—además de un divertidamente asqueroso minijuego de besos. Principalmente, exploras ambientes mientras charlas. La experiencia completa parece estructurarse alrededor de viñetas musicales, aunque el ciclo de juego más amplio no queda claro.
En última instancia, eso quizá no importe. Mixtape claramente prioriza la vibra sobre la mecánica, y Dios, cómo logra esa vibra. Ya sea que el juego completo ofrezca más interactividad o se mantenga como una experiencia narrativa relajada, estoy totalmente a bordo para dejar que la banda sonora de Rockford me lleve a través de este nostálgico adiós veraniego.
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